El pitching coach es sin dudas, después del manager, la figura más relevante en el staff técnico de un equipo de béisbol. Su tarea va mucho más allá de ir desde el dugout hasta lomita para visitar a un lanzador cuando está sumergido en problemas; ellos son maestros, mentores, tutores. En esta época moderna del deporte que estamos transitando en donde los lanzadores llegan a Grandes Ligas como flamethrowers y siendo diamantes sin pulir, el rol del entrenador de lanzadores es vital para el desarrollo a futuro de los pitchers de su organización. Su objetivo principal: transformarlos de tiradores a lanzadores completos.
Cada coach de pitcheo tiene su «librito personal» en cuanto a métodos, estrategias e implementación de lanzamientos, pero sobre todo imprimen su estilo personal al staff de pitcheo que dirigen. En este artículo voy a tomar tres instructores de lanzadores «marca registrada» en los pitchers.
«The Dave Duncan way»
Dave Duncan por 29 años fue lugarteniente de Tony La Russa, estuvo a su lado en Chicago (White Sox), Oakland y Saint Louis. Particularmente, en sus 16 años con los «reds birds» dejó su huella e impuso su estilo en los lanzadores de la organización. Se la conoció como: «The Dave Duncan way», él enseñaba y predicaba la utilización del lanzamiento del sinkerball para todo el staff de pitcheo de los Cardinals.
El sinker o recta de dos costuras (por la forma en que se toma la bola) es un lanzamiento que rompe antes de llegar al plato y cae abruptamente enfrente del bateador; su principal característica es que mantiene la bola dentro del infield.
¿Por qué es importante el sinker? Con un hombre en primera y un buen lanzamiento sinker pegado y abajo de las manos de un bateador, se puede inducir un roletazado en el infield y hacer una double play. Mantener siempre la bola bajita es sinónimo de batazos manejables y con buenos infielders hacen la tarea más sencilla para el pitcher y equipo.
El cuadro de arriba nos muestra que desde 2004 hasta 2013, los Cardinals fueron los «reyes» del ground ball en la MLB gracias a la efectividad del sinker de sus lanzadores, tanto en abridores como relevistas. Si bien Duncan se alejó del equipo al finalizar la temporada de 2011, su filosofía sigue vigente en Saint Louis ya que ningún equipo en Grandes Ligas hace tanto hincapié desde su farm system en un lanzamiento como lo hacen los «reds birds».
«Es casi imposible batear un ground ball para home run, se puede hacer, pero debes ser muy rápido y algo loco debe tener que pasar» –Adam Wainwright (Pitcher de los Cardinals)
La «Dave Duncan Way» también se refiere al estudio de los bateadores y sus tendencias en las diferentes situaciones del partido: en los diferentes conteos de bolas y strikes, su comportamiento con hombres en base, con un jugadores en posición de anotar, etc. Por ello, Duncan creó un sistema avanzado de scouting por video para desnudar las debilidades de los bateadores y conocer sus fortalezas en la caja de bateo.
Por ejemplo, el sinker de Carlos Martínez en acción:
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«Down and away», el estilo de Leo Mazzone
En sus más de quince años en Atlanta, su staff de pitcheo guió a los Braves a 14 campeonatos divisionales, sus pupilos ganaron 5 títulos de ERA, 6 premios Cy Young, 9 veces sus abridores ganaron 20 partidos o más y tres de ellos están en el Hall of Fame. Mazzone manejó por más de una década al «Big Three» de los Braves: Greg Maddux, Tom Glavine y John Smoltz fueron piedras angulares del éxito de Atlanta en los 90. Por más de una década, en la Liga Nacional fueron dominantes, intimidantes pero sobre todo casi inbateables.
¿Cuál fue el sello personal que Leo Manzzone inculcó a su lanzadores? El «down and away» les repetía una y otra vez que debían lanzar abajo y en la esquina mas lejana al bateador ya sea con su recta como con sus off-speed pitches.
Mazzone enfatizaba a sus pitchers tirar mas seguido entre aperturas y regular el esfuerzo para estar el mayor en tiempo en el campo posible y evitar lesiones.
Para medir la influencia que tuvo Mazzone en los abridores de los Braves, es bueno repasar las estadísticas (vía baseball-reference.com) de sus tres ex-pupilos que están en el Baseball Hall of Fame: Tom Glavine, John Smoltz y Greg Maddux. Si bien los tres ya estaban establecidos en las Mayores, con «Rocking Leo» como su entrenador de pitcheo no hicieron más que mejorar.
- El zurdo Tom Glavine bajo la tutela de Mazzone en Atlanta promedió 17.4 victorias, un ERA de 3.17, 224.7 innings lanzados, 77.2 walks, y 144.3 strikeouts, ganando dos premios Cy Young. Mientras que para el resto de su carrera sus números bajan sustancialmente a 9.6 victorias, un era de 4.35 ERA, 171.3 innings lanzados, 57.4 walks, y 87.6 strikeouts.
- Greg Maddux llegó a los Braves como agente libre en 1992, venía precedido de ser el Cy Young del año anterior con los Cubs. Durante su carrera fuera del estado de Georgia promedió 13.4 victorias, un ERA de 3.92, 206.7 innings lanzados, 51.3 walks y 128.6 strikeouts por temporada. Mientras que en sus diez años de estadía en Atlanta y bajo la supervisión de Mazzone, sus números mejoraron radicalmente promediando 17.6 victorias, tuvo un ERA de 2.63, 229.5 innings lanzados, 34.8 walks y 166.2 strikeouts. Ganó 3 premios Cy Young más con los Braves.
- John Smoltz no tenía la precisión de Maddux, tampoco el estilo depurado de Glavine, era un flamethrowers al comienzo de su carrera. Con Mazzone como su coach de pitcheo promedió 10.6 victorias, un ERA de 3.09 ERA, 172.9 innings lanzados, 49.1 walks, y 156.6 strikeouts. Ganó el Cy Young Award en 1996.
Mazzone, además de inculcar el «abajo y afuera» como táctica en la ubicación de los pitcheos revolucionó la forma en que los pitchers abridores se preparaban entre aperturas por sus poco ortodoxos métodos (los hacía tirar dos veces desde la lomita como preparación de su próxima apertura). Tuvo sus detractores al comienzo de su estadía en el equipo del estado de Georgia debido a quela rotación de estrellas del club era renuente a cambiar sus hábitos de preparación, pero cuando al final de la temporada 1991 vieron que su cuerpo y brazos se mantenían saludables, comenzaron a creer en la técnica de «Rocking Leo».
El slider de Dan Warthen
Dan Warthen es actualmente el pitching coach de los New York Mets. No tiene los logros ni la fama de Mazzone o Duncan pero tiene el privilegio de estar a cargo de la rotación abridora joven con mayor potencial en las mayores: deGrom, Harvey, Matz, Syndergaard y Wheeler (recuperándose de Tommy John) son el futuro de la organización por los años que vendrán. Como todos los brazos jóvenes que llegan a MLB son hardtrowers y la recta es su lanzamiento primario, por lo que Warthen tiene la tarea de hacerlos lanzadores completos, perfeccionar sus lanzamientos secundarios y agregarle nuevos.
Desde que en 2012 Matt Harvey arribó a las Mayores, Dan Warthen asumió la tarea de enseñar su lanzamiento personal a los nuevos integrantes de la rotación de los Mets: el slider con su impronta propia. Así pues, uno a uno a medida que fueron llegando los «brazos jóvenes» metropolitanos comenzaron a aprender y asimilar a su repertorio el «slider personal» de su coach de pitcheo. En 2013 fue el turno de Zack Wheeler, en 2014 Jacob deGrom comenzó a utilizarlo.
Hasta el momento su mejor y más famoso discípulo es «Thor» Syndergaard quien subió a Grandes Ligas en mayo del año pasado. Para este año, el rubio de Texas ya lo integró a su repertorio de manera definitiva como su lanzamiento secundario por excelencia. Pero, ¿qué hace que su slider sea diferente a los demás?: Su velocidad lo hace distinto a todos, ya que en 2016 está promediando de 91.2 mph. y llego a tocar las 97.
Por ejemplo, el slider de «Thor» en acción:
A menor diferencial de velocidad entre recta y slider, mayor es la caída en el home plate debido a que tiene menos movimiento que el lanzamiento tradicional.
¿Cuál es el secreto del slider de los pitchers Mets? La rotación o «spin» y el grip son la clave del éxito del lanzamiento. Dan Warthen hace incapié en que el origen de la rotación de «su slider» debe estar en los dedos y no la muñeca como se hace tradicionalmente, además que deben efectuar el pitcheo como si fuera un fastball.