Si les hago esta pregunta: ¿cuál es la última imagen que tienen del sexto partido de la World Series de 1993 entre Blue Jays y Phillies? Tengo la respuesta de ustedes: El walk-off home run de Joe Carter, sacándola del SkyDome, en un lanzamiento de Mitch «The Wild Thing» Williams y Toronto campeón de la World Series por segundo año consecutivo. Pero les tengo una mala noticia, como dice el título principal esta historia pertenece al equipo que quedó tendido en el terreno esa noche, los Philadelphia Phillies.
La mayoría de las veces no nos acordamos de los segundos, los subcampeones o simplemente el tiempo pasa y quedan en el olvido. En el deporte solo nos acordamos de los campeones y no le damos importancia a los grandes equipos que llegaron hasta las finales, que estuvieron cerca o quizás a un paso un paso de celebrar. Me propongo recordar a ese puñado de renegados, mal llevados y mal vistos Philadelphia Phillies campeones de la National League en 1993.
La temporada del ’93 precedía a los Phillies de un último lugar en la NL East en 1992 y seis temporadas consecutivas con récord por debajo de 50% de victorias. En la offseason tuvieron incorporaciones tales com: Pete Incaviglia, Larry Anderson y Milt Thompson, la mayoría de ellos descartados de otros equipos, jugadores a los que le quedaba muy poco que dar, como ellos mismos se decían «a bunch a players». Éstos se sumarían a veteranos ya establecidos como Darren Daulton, John Kruk, Lenny Dysktra, Mitch Willians, Mariano Duncan y un joven Curt Schilling. Un spring training de 16-10 quizás fue el presagio de lo que estaba por venir en la temporada regular
Temporada regular
En el Openning Day les ganaron a Houston en el Astrodome 3-1, con un complete game de Terry Muholland para levarse el juego inicial de la temporada por primera vez en 9 años. Y así comenzó esta historia de este puñado de jugadores, que por su personalidad, su pasado, como sentían el béisbol y la forma dura en que lo jugaban (no tenían miedo de ensuciarse en un slide de cabeza en una base o con su piernas barrer a un rival) fueron apodados los «Misfits», «Rejects» y «Outlaws», es decir, los inadaptados, los rechazados y los forajidos. El encargado de dirigir y mantener en la raya a este puñado maníacos era Jim Fregosi. Vivieron una regular season de ensueño, ganaron 9 de los primeros 10 partidos, una vez que se subieron a la cima de los standings de la NL East nunca más bajaron y terminaron con un récord de 93-69.
Ellos no fueron campeones de la NL East solo tener buena química entre ellos y ser una pandilla de rebeldes. Durante la temporada brillaron con el madero, lideraron la National League en turnos al bate (5.685), carreras anotadas (877), dobles (297) y base por bolas. Eran pacientes al bate, trabajaban los conteos y exprimían los lanzamientos de los pitchers rivales.
Además tuvieron una rotación compuesta por Terry Mulholland, Curt Schilling, Tommy Greene, Danny Jackson y Ben Rivera, tres de ellos superaron los 200 innings lanzados y todos alcanzaron el doble dígito en victorias. Lideraron la NL en juegos completos, IP lanzados y strikeouts. Y un bullpen con Andersen como setup muy efectivo y a un Mitch Williams dominante como closer con 43 saves.
Algo que los distinguía era su espíritu combativo, nunca se entregaban, su especialidad los comebacks y las victorias en extra-innings, remontaron y ganaron un partido estando abajo 8-0. Ganaron un partido en la 9° entrada con un grand slam de Mariano Duncan, el mismo Duncan ganó un partido con una increíble catch robando el home run ganador.
Era tan especial este equipo que hasta Mitch Williams fue capaz de hacer un walk-off single en un partido. Sí, su closer ganó un partido desde la caja de bateo y no en la lomita.
NLCS
Se enfrentaron a los ultra-favoritos y campeones reinantes de la National League, Atlanta Braves que habían terminado la temporada regular con 104 victorias y con el staff de pitcheo más temible de lasMmayores compuesto por Tom Glavine, John Smoltz, Gregg Maddux y Steve Avery. Al mando de Boby Cox eran un equipo temible que dominaba con sus pitchers abridores; además poseían jugadores del calibre de David Justice, Deion Sanders, Fred McGriff y Sid Bream. Los Phillies sin dudas eran la sorpresa del año, entraron como underdogs en la serie y pocos creían en sus posibilidades de robarle el cetro a los Braves.
La temporada mágica no se terminaría en las Series de Campeonato de la National League. Los dirigidos por Jim Fregosi ganaron el primero en el Fulton-County Stadium, para luego perder los dos siguientes. Esos serían los últimos que perderían ya que entrarían en una racha de tres juegos ganados seguidos y con el Veterans Memorial de Philadephia como testigo ganaron el sexto partido por 6-3. Lenny Dykstra y Curt Schilling (fue el MVP de la NLCS) fueron los destacados en la serie.
Más de 20 años pasaron de esa temporada de ensueño, este equipo es recordado por sus hazañas tanto en el campo y fuera de él, por como estaba conformado el roster y sobre todo porque fueron capaces de lograr algo muy difícil en los deportes colectivos, química de equipo y resultados. Los tildaron de renegados, forajidos pero ellos jugaban duro y se divertían (pastelazos a compañeros, constantes bromas entre ellos estaban al orden del día) y obtuvieron resultados que nadie esperaba e hicieron historia porque pasaron de últimos a primeros en un año (pocos en MLB se pueden jactar de haber hecho esto). Sin duda, este equipo quedó en la retina de los fanáticos del béisbol, pero el destino quiso que se enfrentaran a unos Blue Jays superlativos.