Todas las ligas de todos los deportes del mundo tienen esos equipos a los que todos los rivales y aficiones respetan. Equipos que con su historia, leyenda e idiosincrasia especial se han ganado el cariño de los aficionados propios y contrarios (a no ser que tu equipo favorito sea enemigo acérrimo de uno de esos clubes). En el deporte americano también existen. La NBA tiene a los Lakers y los Celtics, la NFL tiene a los Packers y la NHL tiene a los Original Six. Por supuesto, la MLB también tiene esos equipos. Podríamos hablar de los Cardinals, los Yankees, etc.; pero hoy me gustaría centrarme en otro equipo. Una de las franquicias con historia más larga, con algunas alegrías y muchos corazones rotos entre sus aficionados. Los Boston Red Sox (fans de los Yankees, ya podéis dejar de leer la columna de esta semana. Podéis enviar vuestras furibundas críticas a través de los comentarios al pie del artículo).
Los Sox llegaron a Massachusetts en 1901 con el nombre de Boston Americans como una de las franquicias originales de la Liga Americana. Los éxitos no tardaron en llegar. En 1903 se llevaron su primer título de la AL y sus primeras Series Mundiales. Al año siguiente repitieron como campeones de la American League. La década de 1910 fue, sin lugar a dudas, la más exitosa de la franquicia, ya con su nuevo nombre. Cuatro pennants de la AL, que supusieron cuatro títulos de las World Series. El último campeonato fue en 1918. Y el adjetivo de «último» está muy bien elegido ya que pasaría mucho tiempo hasta que los de Boston volviesen a ganar el último partido del año. Un año después, la gerencia vendió a Babe Ruth y los Sox entraron en un largo periodo de muchos fracasos, pocos éxitos y ningúna Serie Mundial. Una época en la que convirtieron la derrota en un arte.
La franquicia llegó a las World Series en 1946, 1967, 1975 y 1986, perdiendo todas ellas por 4 a 3. Probablemente la derrota más dolorosa y la que mejor ejemplifica como era ser un seguidor de los BoSox fue la última. El equipo estaba a un solo out de romper la racha de 68 años sin título, pero tres singles, un wild pitch y el error de Bill Buckner les hicieron perder (quejas furibundas por mencionar este partido en los comentarios, por favor) y enviaron la serie a un séptimo partido que también perderían. La sequía continuaba. La década de los 90 marcó el inicio de un nuevo periodo en Boston. El equipo de las derrotas artísticas y los fallos calamitosos comenzaba a clasificarse para los Playoffs de manera asidua. Sin embargo, el trofeo seguía sin llegar. En 2003 la franquicia llegaba a la final de la Americana ante sus archienemigos Yankees y, como no, perdía. Y para hacer las cosas más dolorosas la derrota fue por cuatro partidos a tres. Un de los equipos históricos y más queridos de la MLB, el club por el que habían pasado estrellas del calibre de Carl Yastrzemski, Carlton Fisk, Johnny Pesky y el gran Ted Williams (también conocio con el sobrenombre de El Mejor Bateador que ha Existido), llevaba 75 años sin llevarse el gran premio.
Entonces llegó 2004 y la famosísima serie de ALCS ante los Yankees y, por fin, la victoria en las World Series. 2004 fue el año de la confirmación de un regreso a la relevancia, que se venía notando desde los 90. Entre 1998 y 2011 los BoSox ganaron 90 partidos o más 10 veces y se clasificaron para los Playoffs en ocho ocasiones. Dos de esos viajes a la postemporada acabarón con el equipo levantando el Commissioner´s Trophy a final de año, 2004 y 2007. Los Sox volvían a ser candidatos a todo año tras año.
Todo parecía ir viento en popa hasta septiembre de 2011, el último mes de la temporada regular. El día 4 los Sox tenían un 99,6% de posibilidades de clasificarse para la postemporada, pero un récord de 5-20 hizo que se quedasen fuera en la histórica noche del 28 de septiembre de 2011, último día de la temporada regular. Las consecuencias fueron horribles: acusaciones de todos tipo (incluyendo el famoso «Club del Pollo Frito»), despidos de manager y GM, caos generalizado, etc. La temporada 2012 fue una clara muestra de lo mal que estaba la franquicia y el equipo acabó con un balance paupérrimo de 69-93 y aún sumido en el descontrol. No se esperaba mucho más para este año. El equipo parecía estar en un modo de reconstrucción después de deshacerse de varias estrellas el año pasado y las expectativas eran bastante bajas. Sin embargo, los de Boston han jugado un temporadón, llevan un récord de 95-63 y ya se han asegurado la AL Este con varios días de antelación. ¿Cómo se ha convertido el equipo perdedor y desestructurado de 2012 en esta máquina de ganar? ¿El equipo ha cambiado? ¿Ha sido gracias al nuevo entrenador? ¿Fue 2012 un lapsus más en la historia de esta franquicia, que no para de tenerlos?
Vamos a analizar las tres claves de…El retorno de los Red Sox.
- A menor presión, mejores resultados: Sí, lo sé. Los deportistas de élite deben estar acostumbrados a la presión, aprender a vivir con ella. Pero Boston es la ciudad de los Red Sox, adora a su equipo y todas las noticias son importantes, hasta las más insignificantes. Pues imaginaos la presión que puede generar sobre los jugadores una debacle como la de 2011. No sólo la debacle en si misma, si no todas las acusaciones que surgieron luego. Jugadores bebiendo, comiendo y jugando a videojuegos mientras sus compañeros disputan un partido, falta de liderazgo, etc. El vestuario de los Red Sox era una olla a presión el año pasado. Las consecuencias del «Clan del Pollo Frito» se dejaron notar. A todos los jugadores se les miraba con lupa, no se dejó trabajar al nuevo manager Bobby Valentine y el equipo parecía perdido, obligado a demostrar que el septiembre anterior sólo había sido un fallo. Este año, los aficionados llegaban con pocas esperanzas. La AL Este se presentaba como la más dura de la MLB, después del resurgir de los Orioles, el buen trabajo de Tampa y los fichajes de Toronto. Parecía que 2012 iba a ser el primer año de una reconstrucción que poco a poco iría buscando sustitutos a buques insignia como David Ortiz, Ellsbury o Kevin Youkilis. Esa menor presión ha venido bien en el vestuario. Los jugadores han podido trabajar mejor y no sentían que la prensa se les echaba encima tras cada derrota. John Farrell, nuevo manager, lo ha tenido más fácil que su antecesor, pudiendo trabajar con sus jugadores sin la necesidad de ganar cada partido. A partir del año que viene tendrán que demostrar que la plantilla puede ganar de nuevo con mayores expectativas; pero, de momento, este respiro les ha venido bien para recuperar la confianza perdida.
- Las piedras angulares sotienen el edificio: Una de las acusaciones que salieron hace dos años hacía mención a la falta de liderazgo en la plantilla. Según el Boston Globe, Dustin Pedroia era el único jugador que se mostraba dispuesto a liderar al equipo. El resto parecían más preocupados por sus números personales o sus millones en el banco que por buscar la victoria en el campo. El año pasado no se puedo comprobar si eso era verdad ya que varios de los jugadores importantes de los exitosos Sox de los años anteriores (Youkilis, Ellsbury, Big Papi) se perdieron muchos partidos por lesiones. Así que, ya sea por imposibilidad o desidia los de Boston eran un buque sin rumbo. Este año los Sox están teniendo a su vieja guardia al completo (excepto a Youk, que se fue a los Yankees; también podéis poner vuestras quejas iracundas respecto a este tema, aunque no sé si os harán mucho caso) y las piedras angulares se están manteniendo sanas y liderando a la plantilla, por lo menos en lo que a rendimiento en el campo se refiere. Pedroia sigue siendo el corazón de la franquicia y un seguro de vida tanto en defensa como en ataque. Ortiz es el power-hitter del equipo y tiene un magnífico promedio. Por su parte, Ellsbury ha vuelto a ser esa máquina de robar bases de antaño. Si estos símbolos de los Red Sox guían el camino, a los demás no les costará seguirles.
- La sabiduría de la gerencia: Tras el megatraspaso del año pasado que sirvió a los de Boston para quitarse de encima contratos caros como el de Adrián González, la gerencia se dedicó esta offseason a traer jugadores veteranos con contratos favorables para el poder económico de los de Massachusetts, mientras los prospectos como Xander Bogaerts llegabán de las Minors. Además, Ben Cherington se aseguró de liberar al equipo de contractos demasiado largos que limitasen la maniobrabilidad de la franquicia. Y estos jugadores han sido claves a la hora de reflotar a los Sox. Mike Napoli firmó por un sólo año después de que se le detectase un problema en la pierna y ha respondido con 23HR y 126 de OPS+. Shane Victorino obtuvo un contrato de tres años y ha respondido jugando el mejor año de su carrera según su WAR (5.8). Joel Hanrahan llegó desde Pittsburgh con el objetivo de ser el closer consolidado del equipo. El contrato era sólo de un año, pero el objetivo era que fuese la primera pieza de la reestructuración. Sin embargo, se lesionó tras apenas lanzar siete entradas y no ha vuelto a jugar. La solución estuvo en otro movimiento del invierno, Koji Uehara. 72.1IP, 1.12 ERA, 21 saves, 0.567 WHIP y 369 ERA+. Datos simplemente espectaculares. Datos que, sin embargo, parecen comunes si analizamos otro hito logrado por el japonés. Entre el 21 de agosto y el 13 de septiembre lanzó 12 entradas. 12 innings en los que no permitió ni un solo corredor. 12 entradas perfectas. Cherington hará muchos trades y fichajes a lo largo de su carrera, pero seguro que pocas veces conseguirá hacer en una sola offseason tantos que salgan bien y que aporten tanto al equipo.
Hacen falta que muchas cosas salgan bien para formar un equipo campeón y ya hemos visto que los Boston Red Sox son expertos en que les salgan mal pequeños detalles. De momento, con las tres cosas que han logrado hacer bien este año seguro que por lo menos consiguen que sus seguidores les sigan queriendo y que los que no son aficionados de los Yankees les sigan teniendo simpatía.