Números. Amados por unos, odiados por otros, pero siempre presentes en nuestras vidas. Cada paso que damos está acompañado de números. Nuestro día a día está marcado por números, las horas de trabajo, el salario, el dinero que nos queda del salario a final de mes…
El béisbol es un deporte que es fiel imagen de la vida y, como bien sabemos todos, también está marcado por los números.
¿Están haciendo los Dodgers una buena temporada?: A diez de junio con un balance de 34 victorias y 31 derrotas, a priori podríamos decir que el año no está siendo malo.
Si miramos el siguiente dato estadístico, vemos una diferencia de ocho partidos y medio con el líder de la división oeste de la Liga Nacional, los San Francisco Giants. Esta diferencia, teniendo en cuenta que aún quedan por disputarse casi un centenar de encuentros, puede ser anecdótica o no. Porque, como bien indican las matemáticas, si ahora la diferencia es de este tamaño si realizamos una proyección estadística, algo muy típico del béisbol, en tres meses la diferencia puede ser el doble o quizás mayor.
Un balance positivo a estas alturas de temporada es una buena noticia. Pero ¿por qué no reina la felicidad en el seno del equipo angelino? La respuesta a esta pregunta es, cómo no, un número. 216.
Los dígitos por separado, dos, uno y seis, pueden tener cientos de significados simbólicos y esotéricos, solo hay que teclearlos en Google. Pero en este caso, estos tres números acompañados de seis ceros suponen mucho más. Doscientos dieciséis millones es el total de dinero que recibe la plantila de Los Angeles Dodgers. ¿Qué comprarías tú con ese dinero? ¿Una isla? ¿Un jet privado? ¿Un caballo verde con alas blancas?
Magic Johnson y sus socios han decidido apostar fuerte para comprar un anillo de campeón. Pero ¿es posible comprar un anillo? La respuesta corta es clara, sí. Tanto en la MLB, como en el resto de ligas norteamericanas, sudamericanas, europeas… y en el resto de deportes, encontramos numerosos ejemplos de que es posible, de que quizás es el camino más corto hacia el título. Pero, asimismo, encontraremos ejemplos, de que este camino corto puede convertirse en un muro casi imposible de escalar. Bien sabe el gran Magic, que juntar en un equipo a Payton, Malone, Shaq y Kobe puede dar como resultado una victoria de los Pistons de Hamilton, Billups, Wallace y compañía.
En el caso de los Dodgers parece que el camino hacia el título no solo se ha convertido en un muro, sino que directamente ha desaparecido. Probablemente, dentro de de cuatro meses tendré que desdecirme de estas líneas pero no la situación no tiene buena pinta, más bien, tiene muy mala pinta.
La pasada semana pudimos asistir, más o menos, sorprendidos como a dos de las más rutilantes estrellas de la liga Matt Kemp y Puig se enzarzaban en una discusión en el banquillo tras una eliminación del segundo.
El caso de Puig merece capítulo aparte. Sus números no son nada malos. Tercero de la Liga Nacional en promedio de bateo (.333), con once HRs en su haber y cuarenta carreras impulsadas, ocupando el séptimo lugar en la Liga Nacional en este último apartado. Su segundo año en la competición, su primer año completo debía ser el de su confirmación como jugador clave y determinante; pero no lo está siendo, al menos de manera completa y rotunda. Esta conclusión no se extrae de los números, sino de las sensaciones, de lo que Mattingly definió la pasada semana como química. Yasiel tiene números y calidad para ser un líder, pero por ahora, no está demostrando tener el carácter necesario para serlo, o no le están dejando serlo.
Puede que el problema no sea del pelotero cubano, ya que imponerse y erigirse como líder en un vestuario con gente como Kershaw, Kemp, González, Ramírez y el gran elenco de estrellas del equipo angelino, no debe ser tarea fácil.
Pero si Puig no puede ser, hoy por hoy, el líder de un equipo plagado de grandes egos. ¿Quién debe serlo?
En un vestuario así se hace imprescindible que la figura del entrenador aparezca con puño de hierro envuelto en guante de seda para lidiar con la situación. Puede ser que «Donnie Baseball» tenga un plan, que sea una manera de incentivar a sus pupilos; pero en un vestuario que parece que sólo espera que se acerque lo suficiente una cerilla para poder estallar, las declaraciones del manager la semana pasada puede que no hayan ayudado mucho, o quizás sí, eso es algo que sólo el tiempo aclarará.
La pasada semana Mattingly estallaba ante los medios de comunicación cansado de escuchar preguntas relativas a los grandes nombres de la plantilla, y calificaba el juego de los suyos como egoísta. No se trata de juntar estrellas, sino de comportarse como un equipo, apostillaba el ex jugador de los Yankees. Cabe recordar, que hace apenas un año, el manager estaba en la rampa de salida, su cabeza se pedía día sí y día también, pero consiguió enderezar el rumbo del equipo ganándose un extensión de contrato hasta 2016, lo cual le proporciona un respaldo considerable a la hora de lidiar con coyunturas nada fáciles, como la actual.
No cabe duda, que a pesar de su salario, su trabajo no es nada fácil. Las expectativas no pueden ser más altas, mientras que los resultados y el comportamiento de algunos jugadores es más que sospechoso. En lo que podríamos denominar como la combustión de Donnie, el que fuera primera base de los Bombarderos pidió a los reporteros que buscasen explicaciones en los jugadores, en los pesos pesados. Cuando los periodistas se dispusieron a recabar declaraciones de las estrellas no encontraron ni al Titán González ni a Matt Kemp en el vestuario, que días después darían la razón con matices a su entrenador, apuntando que no es falta de química sino una mala racha, pero los salarios no sólo hay que ganárselos en el campo. Es muy fácil halar días después, habiéndote negado a hacerlo cuando tocaba. Cuando las declaraciones se cruzan, el final no suele ser nada bueno.
Declaraciones aparte, la situación no está nada clara. Es evidente que algo está sucediendo en el interior del vestuario. Algunos jugadores, no se sabe si por egoísmo o por alguna otra causa, no están concentrados, como prueba que dos jugadores (Puis y Gordon) olvidasen el número de eliminados que tenía su equipo en un mismo partido; otros no rinden como se espera de ellos, caso de Kemp, y el manager intenta poner en práctica la táctica que les llevó a remontar el vuelo el año pasado, jugar como un equipo.
¿Lo conseguirá?