Alex Rodríguez, sin quererlo, ha sido el centro de dos de los principales aspectos extradeportivos que han marcado el inicio de la presente temporada de las Mayores. Antes de iniciarse, por su vuelta tras perderse una temporada entera por el escándalo del uso de sustancias prohibidas, y una vez iniciada, por la polémica sobre la cláusula de incentivos en el megacontrato que firmó con los New York Yankees allá por el año 2007.
Para analizar dicha cláusula, como resulta obvio, debemos partir de la misma. Lo cierto es que si bien desde la totalidad de los medios que siguen la MLB hasta el menos aplicado de los aficionados opinan sobre la misma, nadie la conoce en su textualidad, a ciencia cierta más allá de los implicados y organismos supervisores.
Sí parece claro que se establecen pluses de $6 millones por alcanzar los records de home runs de Willie Mays, Babe Ruth, Hank Aaron y Barry Bonds; pluses que deben abonar los Yankees a los quince días de alcanzarse cada hito. Esto es, respecto al record de Willie Mays superado por Alex Rodríguez el primero de mayo, el término para abonar los $6 millones venció para los Yankees el pasado 16 de mayo.
Bajo la legislación de la MLB
Llegados a este punto cabe preguntarse: ¿Por qué en el contrato de A-Rod se recogen incentivos por alcanzar dichos records y no por alcanzar un número determinado de home runs? Esta cuestión es fundamental porque en su contestación encontramos uno de los dos fundamentos principales de los Yankees para no abonar sus deudas con el dominicano de adopción, más allá de su posible motivación real que tratamos más adelante.
Ocurre que los bonos por rendimiento están prohibidos por el convenio colectivo vigente entre MLB y la Asociación de Jugadores (MLBPA). Ello es una petición de la propia Asociación que trata de proteger los contratos garantizados, pues si tal prohibición no existiese la totalidad de los contratos establecerían el grueso del montante económico en base a incentivos con una base mínima muy baja. Dicha prohibición beneficia a la gran mayoría de profesionales, si bien perjudica a las estrellas de gran poder ofensivo.
La norma del convenio colectivo que constituye la prohibición, la 3(b)(4) dice así: “Ningún contrato de Grandes Ligas ni de ligas Menores será aprobado si incluye bonos por habilidades a la hora de jugar, batear o lanzar o si están vinculados al puesto en la clasificación del equipo al final de la temporada”. Como habilidades a la hora de jugar, batear o lanzar se ha interpretado todo lo que tenga que ver con marcas personales como home runs conectados, bases alcanzadas, partidos ganados, etc. En cambio, sí que está permitido el pagar bonos por entradas lanzadas, partidos jugados, turnos de bateo o por la consecución de premios como MVPs, Guantes de Oro, Bates de Plata, etc. Así pues, MLB y MLBPA premian la resistencia y buena salud de los jugadores y la obtención de los premios que concede la propia MLB, pero no el rendimiento ofensivo, ya que es algo que, como hemos avanzado, consideran que beneficiaría el talento de las grandes estrellas en perjuicio de la mayoría.
Aunque si bien y ciertamente, al tratarse de una norma que si es infringida lo es en interés de todas las partes intervinientes, franquicia y jugador, tanto la MLB como la MLBPA no son estrictas en velar por su cumplimiento. De hecho, es de dominio público que Albert Pujols tiene firmado un plus de $3 millones por alcanzar los 3.000 hits.
¿Cómo se trató de salvar la norma enunciada en el contrato que el neoyorquino firmó en 2007 con la franquicia más laureada de la historia de las grandes ligas? Pues vinculando el alcanzar los hitos que dan derecho a cobrar los bonos al impacto comercial que suponen dichos hitos, impacto comercial que genera un beneficio para la franquicia que comparte con el jugador. Esto es, no se cobra por haber alcanzado los home runs 660, 714, 755 o 762, se cobra por el beneficio que obtiene la franquicia a consecuencia del impacto comercial que supone que el jugador supere los records históricos de home runs. Evidentemente, a nadie se le escapa que es una forma, no excesivamente elaborada, de burlar la norma, al fin y al cabo no se necesita de demasiada elaboración para ello. Si tenemos en cuenta, tal y como hemos visto, que al tratarse de pactos entre franquicia y jugador, MLB y MLBPA obvian tales pactos.
El caso A-Rod
Y es, precisamente, el que el cobro de los bonos tenga su fundamento en el impacto comercial que supone alcanzar tales hitos, uno de los dos fundamentos que sirven de sustento a los Bombarderos para no abonar la suma pactada. Razona la organización neoyorquina que la “mancha” que pesa sobre Alex Rodríguez por el uso, probado, de sustancias prohibidas minimiza el impacto comercial de sus marcas con lo que ninguna participación puede obtener Alex del mismo.
Pero lo cierto es que cuando la franquicia del Bronx firmó con Alex Rodríguez el contrato de la vida de éste y de sus catorce generaciones posteriores, “sabía lo que compraba”. En las pruebas anónimas del 2002, ideadas para comprobar si la MLB necesitaba una política anti-dopaje, Alex Rodríguez dio positivo, así mismo, en el polémico libro Blood Sport: Alex Rodriguez, Biogenesis, and the Quest to End Baseball’s Steroid Era de Tim Elfrink y Gus García-Roberts, resulta patente los Yankees eran conocedores en 2007 de que A-Rod consumía sustancias prohibidas.
En la relación NYY-Alex Rodríguez encaja a la perfección la conclusión del «Informe Mitchell sobre el uso de sustancias para mejorar el rendimiento en las Grandes Ligas» en el sentido de que tanto franquicias como jugadores eran conocedores del uso de los esteroides, pero prefirieron ignorar el problema convirtiéndose en cómplices.
¿Puede haberse establecido contractualmente el carácter voluntario para los Yankees del pago del bonus a favor de A-Rod por alcanzar los diferentes records de home runs? Brian Cashman, el general manager de los Yankees afirma con rotundidad siempre que encuentra ocasión para ello, que los bonos pactados con Alex Rodríguez no son de carácter obligatorio para su organización sino voluntarios, ¿Es esto posible? Parece que sí, se trataría de una estrategia más dirigida a eludir la norma de la prohibición de incentivos al hacerlos voluntarios, y habría sido admitida por MLB y MLBPA en su ya expuesta táctica de la avestruz. En el mismo sentido se ha manifestado el propietario de los Yankees, Hal Steinbrenner, quien ha declarado que solo serán pagados los bonos si así lo estableciere el árbitro que se designare.
El comisionado de las grandes ligas, Rob Manfred, abogado de profesión, ha manifestado que los Yankees poseen argumentos legales sólidos para no abonar los $6 millones pactados, con lo que estaría refrendando lo que hemos expuesto sobre las características de la cláusula.
Respecto a Alex Rodríguez, ninguna respuesta ha ofrecido más allá de sus evasivas “no he pensado en ello” o “es un asunto familiar”. Su caballerosa respuesta a las críticas de Jorge Posada, o su enigmático “he aprendido la lección” en referencia a su belicosidad tras la suspensión. Prudente posición que ha sido interpretada en todos los sentidos posibles, si bien no podemos olvidar que A-Rod dispone de un plazo de 45 días, desde el 16 de mayo pasado, para instar el arbitraje, con lo que no le apremia tomar decisiones.
Finalmente, a nadie se le escapa que la razón que subyace en la posición de los Yankees, más allá de los, muy posiblemente, sólidos fundamentos jurídicos que les avalan, es que su exagerado exceso en el límite salarial conlleva que cada $6 millones que abone a Alex Rodríguez se conviertan en 6 más de multa. Lo que supone que en el supuesto de que éste alcanzara la marca de Barry Bonds, el coste de la operación para los Yankees alcanzaría los $48 millones.
Así pues, solo queda esperar a los acontecimientos venideros, fundamentalmente conocer si finalmente Alex Rodríguez insta o no el arbitraje. Mientras tanto, cualquier duda legal que tengáis sobre el espinoso asunto remitídmela a @Rblascomlb, y trataré de resolverla.