Desde el comienzo de su existencia, asociar el nombre de Charlotte con el de «fracaso deportivo» ha sido algo habitual dentro del mundo NBA. Todas las noticias que hemos narrado durante los últimos tiempos sobre esta franquicia que aún no llega a la década de vida, salvo alguna excepción, han sido referentes a balances extremadamente negativos, malas elecciones de draft y un sin fin de aspectos muy lejanos de los comentados cuando hacemos referencia a conjuntos de éxito. Pero esta temporada las tornas han sufrido un giro de 180º. Después de una temporada 2011/12 en la que conformaron la peor temporada realizada por un equipo en toda la historia de la liga con solo siete victorias y una última regular season en la que se quedaron con un lamentable balance de 21-61, este año los Bobcats se han marcado una temporada realmente meritoria y sin duda podemos decir, en una semana en la que hemos visto como se iban dando a conocer algunos de los premios individuales de la temporada regular que hemos dejado atrás, que los Charlotte Bobcats son el equipo «más mejorado» de toda la campaña. Con un balance de 43 victorias y 39 derrotas han sido capaces de alcanzar la post-temporada dando también gracias al paupérrimo papel que ha jugado la conferencia Este durante este año. Aún así, equipos como los Hawks, Knicks, Cavaliers o Pistons, que partían muy por delante de los de Carolina del Norte, se han quedado muy lejos de poder alcanzarles.
¿Pero de que forma puede un equipo aumentar en más del doble los partidos ganados de una temporada a otra? El secreto se encuentra en abandonar una tendencia. Que el ilustre vecino Michael Jordan se hiciera con la mayoría del accionariado de la franquicia en el año 2010 dio lugar a la llegada un año de después de Rich Cho, ex boss en Portland, a la butaca de General Manager de la franquicia. Las directrices eran claras. Comenzar una reconstrucción basada en jóvenes valores llegados desde la universidad. Pero el ambiente derrotista y las malas gestiones sobretodo en el aspecto de traspasos y negociación con agentes libres nos hacía pensar que no existía una hoja de ruta y más a comienzos de esta temporada, un año en el que solo el equipo contaba con la incorporación destacada de Al Jefferson venido desde Utah. Charlotte se encontraba dentro de una espiral venenosa. No existía ningún rayo de luz y el equipo parecía que tenía asumido el papel de perdedor. Pero existen veces en las que solo hace falta un ‘clic’. Un punto de inflexión que lo pueda cambiar todo. Y ahí es donde Al Jefferson se lleva todos los méritos.
El equipo de la temporada anterior ya contaba con un jugador de enorme calidad como era Kemba Walker pero la irregularidad de jugadores como Henderson dejaba al del Bronx muy solo. Walker era y es considerado el futuro de la franquicia pero la situación del jugador comenzaba a ser preocupante. Se estaba estancando debido a que no tenía al lado suyo a ningún jugador con el que asociarse y que tirara de él hacia arriba. Un jugador joven proyecto de estrella siempre necesita de otro con más experiencia que le pueda guiar dentro del campo, compartir el liderato del equipo y que le sirva de motivación. Jugadores de su corte de juego como Irving o John Wall comenzaban a tener mayor presencia mediática en la liga y la falta de apoyos dentro del equipo hacía que se encontrara en una situación de vacío profesional. En otros artículos comentábamos la necesidad de poder contar en un equipo con un jugador de garantías en el backcourt y otro en el Frontcourt, y la ausencia de alguno de ellos era sinónimo de falta de éxito. Pues la llegada de ‘ Big Al’ cubrió este principio básico del baloncesto de equipo. Y el panorama mejoró considerablemente. Walker se comenzó a sentir más descargado, liberado y a mostrar gran parte de su potencial, Henderson mejoraba su irregularidad, Kidd-Gilchrist aportaba más desde el banquillo pero sobretodo el propio Al Jefferson no defraudó, tanto es así que su no inclusión en el partido de las estrellas del pasado All Star de New Orleans fue un gran motivo de debate.
Se convirtió en uno de los auténticos lideres del equipo y supuso una alternativa muy fiable en el ataque del lince rojo. Todo esto unido al buen rendimiento dado por los nuevos jugadores como Anthony Tolliver o, sobretodo, un renacido Josh McRoberts sirvió para que los Bobcats se instalaran en la zona de privilegio desde muy iniciada la temporada. Un mérito que no solo lo vamos a adjudicar a la llegada de Al Jefferson sino también a la del técnico Steve Clifford. Este ex-asistente de Lakers fue el elegido por Jordan y los suyos para relevar de su cargo a un Mike Dunlap que mejoró lo hecho por Paul Silas en su última y catastrófica temporada, pero su falta de sintonía con la cúpula deportiva precipitó su caída del cargo. El poder diseñar un ataque efectivo repartiendo tiros entre Walker y Jefferson, y organizar una defensa que había sido el hazme reír de la liga durante varios años merece un gran reconocimiento. Por ello, la mano de Clifford es palpable y ha podido transmitirles la necesidad de dinamizar el ataque con continuos cambios de posición y de ser más intensos a la hora de defender y rebotear en la canasta propia.
Cuando todo va rodado, y por la senda marcada, los movimientos siempre resultan más sencillos y ahí es donde Rich Cho ha sabido moverse. Una vez vistas que las posibilidades de alcanzar los playoffs eran reales, la gerencia del equipo comenzó a trabajar en el refuerzo de la plantilla y fue cuando se produjo el envío de Sessions y Adrien a unos deshauciados Bucks para recibir a dos jugadores con experiencia. Al veterano Luke Ridnour y, de forma destacada, al ex- Spurs y antiguo jugador de Unicaja y Barça Gary Neal. Un jugador con gran experiencia en playoffs que vivía un ostracismo forzoso en el peor equipo de la NBA. Con estas dos incorporaciones el equipo marcó un mes de abril espectacular y se plantó al final de la temporada regular como séptimo equipo del Este y como uno de los conjuntos más en forma de la liga. Y es que su vuelta a los playoffs por segunda vez en su historia, paradójicamente la primera fue la otra ocasión en la que el equipo fue capaz de terminar la temporada con record positivo, les esperaba el rival a batir por todos esta temporada, los Miami Heat. No sabemos como va a terminar la eliminatoria, muy posiblemente con los de Florida en semifinales de conferencia, pero los primeros partidos de la serie nos han mostrado a un equipo aguerrido, con fe en su juego y en el que se respira unos nuevos aires que sin duda alguna les harán aspirar a cosas muy importantes durante los años venideros.