Este iba a ser el último artículo del serial “La Cantera Yugoslava”, pero más adelante habrá otro que servirá de traca final. Hoy voy a hablarles del más grande, no es otro que el gran Dražen Petrović.
Nacido en octubre de 1964 en la ciudad croata de Sibenik, de padre serbio y madre croata, era el segundo hijo de dos hermanos. Su hermano mayor, Aleksandar, fue el primero en iniciar su andadura en el baloncesto, y Dražen siguió sus pasos. Con trece años comenzó a jugar en las categorías inferiores del KK Sibenka, el club de su ciudad, a los quince, ya formaba parte de la primera plantilla. Su talento era tal que llevó a su equipo a la final de la Copa Korać dos años seguidos, en 1982 y 1983, en ambas ocasiones perdieron ante el Limoges francés. Ese mismo año, 1983, ganaron la Liga yugoslava al Bosna de Sarajevo, pero al día siguiente la Federación yugoslava declaró nulo el partido debido a supuestas irregularidades arbitrales, por lo que propuso la repetición de dicho encuentro. El Sibenka se negó y le otorgaron la victoria y el título de liga al equipo bosnio.
Tras un año de servicio militar, Petrović siguió los pasos de su hermano y fichó por la Cibona de Zagreb, formando así la mejor pareja base-escolta de Europa. En su primera temporada en Zagreb lo ganaron todo, Liga y Copa yugoslavas, y lo más importante, la primera Copa de Europa de la Cibona ante el Real Madrid de Fernando Martín, siendo Dražen el mejor del encuentro tras anotar 36 puntos. Su segunda temporada en la capital croata casi fue calcada, ganaron Copa y Copa de Europa, esta vez derrotando en la final del máximo torneo continental al Zalgiris Kaunas del mítico Arvydas Sabonis con 22 puntos obra de Dražen. En la final de la Copa de Yugoslavia le endosó él solito 46 puntos al Bosna.
En 1987 solamente ganaron el Torneo Internacional al Barcelona y la Recopa de Europa al Scavolini Pesaro con 28 puntos de Petro. En su último año en Zagreb solamente pudo ganar la Copa yugoslava, quedando sucampeón de Liga y Copa Korać. En sus cuatro temporadas en la Cibona promedió 37,7 puntos por encuentro en liga y 33,8 en competiciones europeas. Durante su etapa en Yugoslavia dejó algunas de sus hazañas más recordadas, como era anotar 40, 50 o 60 puntos en un partido. Recordado es un partido ante el Limoges en el que anotó diez triples, siete de ellos seguidos, para acabar con 51 puntos y 10 asistencias o los 45 puntos y 25 asistencias que le hizo al campeón italiano Simac Milán en 1986.
Dražen necesitaba nuevos retos. En su país no tenía rival, no había quién le tosiera. En 1986 los Portland Trail Blazers gastaron una tercera ronda en él, pero decidió posponer su aventura americana. Mucho se habló sobre su posible fichaje por el Barcelona, pero Petrović, viendo la indecisión del club catalán le dijo a su agente: “Si Aíto no me quiere, habla con el Madrid”. Dicho y hecho, Ramón Mendoza, presidente del Madrid en aquellos años, no tardó en fichar a su bestia negra por cuatro temporadas. Juntaba así en el mismo equipo a dos de los mejores jugadores de Europa, Fernando Martín y Dražen Petrović. En el Real Madrid también realizó sus habituales hazañas, como los 42 puntos al Barcelona, o los 62 puntos al Snaidero Caserta en la final de la Recopa, en su particular duelo de pistoleros con Oscar Schmidt. Con el conjunto blanco perdió la Liga española ante el Barcelona, pero ganó la Copa del Rey ante el conjunto culé y la Recopa de Europa ante el Snaidero Caserta italiano. Llegó el verano y viendo su insultante superioridad aceptó el reto de ir a jugar a la NBA, por lo que los Blazers pagaron al Madrid $1.500.000 para rescindir el contrato de la estrella balcánica.
Su primera temporada en América fue difícil, muy difícil. Los entrenadores decidieron que le usarían como tirador, porque opinaban que no era lo suficientemente rápido para defender, así que le obligaron a adoptar un rol de tirador en estático, cosa que enfadó a Dražen. Era casi imposible que tuviese minutos como escolta puro, ya que en esos momentos en la rotación estaban Clyde Drexler, Terry Porter y Danny Young. Esto hizo que tuviese problemas para ser productivo, y a final de temporada sus números fueron 7,4 puntos y 12 minutos por partido. Su segunda temporada en Oregón fue peor, los Blazers ficharon a Danny Ainge y sus minutos se redujeron a siete. Esta falta de minutos enfadó todavía más al yugoslavo, que explotó con las siguientes declaraciones:
“No tengo nada más que decirle a Adelman y viceversa. Han pasado 18 meses, demasiado tiempo. Tengo que irme para probar cuanto valgo. Nunca en mi vida me habían sentado en el banquillo y no tengo la intención de seguir sentado en Portland”
Estas declaraciones fueron el desencadenante. Tras mucho insistir. Petro acabó en los Nets el 23 de enero de 1991. Llegaba a un equipo que no entraba en Playoffs desde 1986 y que tenía al número uno del Draft de 1990, Derrick Coleman. Inmediatamente le dieron 20 minutos por partido, y eso se empezó a notar para bien, promedió en los 43 partidos restantes 12,6 puntos. La siguiente temporada se convirtió en el jugador franquicia y jugó todos los partidos. Con 36,9 minutos por encuentro promedió 20,6 puntos, cosa que ya se acercaba a lo que él estaba acostumbrado en Europa. Y gracias a su mejora personal, el equipo mejoró también y tras ganar catorce encuentros más que la temporada anterior, se clasificaron para Playoffs. La siguiente temporada subió su anotación a 22,3 puntos por partido, por segundo año consecutivo tuvo un acierto del 45% en triples y fue seleccionado en el tercer equipo de la NBA. Por el contrario fue el único gran anotador que no recibió una invitación para el All Star de 1993, cosa que le disgustó profundamente.
En cuanto a su carrera en la selección nacional, su primer éxito fue la medalla de bronce en las olimpiadas de Los Ángeles 84, mismo metal que consiguió en el Mundial de 1986, y en 1987, en el Eurobasket de Grecia. Pero algo estaba cambiando, una buena hornada de jugadores talentosos estaba en la concentración para las olimpiadas de Seúl 88, gente como Radja, Kukoc o el que se convirtió en su mejor amigo, Vlade Divac. En Seúl no pudieron lograr más que la plata en el que fue el último gran partido de la URSS antes de la independencia de las repúblicas bálticas. Cuenta Kukoc que en la concentración previa a Seúl 88, cuando Dražen no estaba entrenando siempre estaba hablando de baloncesto y cómo mejorar y que, aunque ellos intentaban llevar la conversación a otros temas, él siempre volvía a hablar de baloncesto.
Así pues el joven equipo yugoslavo, lleno de experiencia, afrontó el Eurobasket del año siguiente en casa con toda la ilusión, y lo ganaron, siendo Petrović el MVP del torneo y el segundo máximo anotador. Al año siguiente, redujo un poco su frustración convirtiéndose en Campeón del Mundo ante la Unión Soviética en Argentina. Tras este partido, ocurrió el “suceso de la bandera”, el cual debido al reciente nacionalismo croata, la prensa de Coracia interpretó bajo su conveniencia; Petrović creyó con fe ciega esta interpretación y terminó su relación de amistad con Divac. Debido a la guerra entre Croacia y Eslovenia con el resto de Yugoslavia, ambas repúblicas lograron su independencia y pudieron participar en los Juegos Olímpicos de Barcelona 92. Por su parte a Yugoslavia, debido a las sanciones internacionales, le prohibieron participar. En los Juegos de Barcelona Petro lideró a su joven equipo a la final, donde sucumbieron al poder del Dream Team estadounidense.
En 1993, tras ser eliminados los Nets por Cleveland en primera ronda de Playoffs, Dražen viajó a Polonia, donde se encontraba la selección croata concentrada para jugar una eliminatoria previa al Eurobasket. En esos momentos estaba considerando dejar los Nets debido a las tensiones entre él y el resto de la plantilla, y declaró a la prensa americana que tenía planeado jugar en Grecia. Se comenta que lo tenía hecho con el Panathinaikos, que según su dueño Pavlos Giannakopoulos, le había ofrecido un cheque en blanco. Tras jugar el partido en Polonia, volvía con su selección a Zagreb, haciendo escala en Alemania. Antes de subir al avión para ir a Croacia, su novia y una amiga se presentaron en el aeropuerto y Petro decidió hacer lo que quedaba de trayecto en coche. Cerca de la ciudad bávara de Ingolstadt, en una lluviosa tarde, un camión se cruzó en la autopista, en un tramo con mala visibilidad; en esos momentos conducía la novia de Dražen, que como estaba cansado iba dormido y sin el cinturón puesto. Cuando la chica vio el camión en medio de la autopista fue demasiado tarde y a las 17:20 del 7 de junio de 1993 murió el Mozart del baloncesto tras colisionar con el camión. Su novia resultó ilesa y la amiga de su novia, una jugadora turca de baloncesto acabó con pérdidas de memoria. Su funeral fue multitudinario, su hermano Aleksandar, Dino Radja, Toni Kukoc y Stojko Vranković portaron su féretro hasta su tumba, que se convirtió desde entonces en un lugar de peregrinación para los aficionados del baloncesto. Cuando en los Balcanes se habla de Petrović, se está hablando de Dios.
Tras su muerte los Nets retiraron su camiseta y la colgaron de lo alto del Prudential Center (ahora está en el Barclays Center de Brooklyn). Uno de sus mejores amigos en Estados Unidos, Clyde Drexler, dijo esto sobre él:
“Dražen y yo éramos muy buenos amigos. Fui uno de los que le dio la bienvenida cuando vino a Portland. Hablábamos mucho de su familia, de lo que disfrutaba con sus amigos y con el baloncesto. Realmente le respeto porque trabajó muy muy duro. En cada uno de los entrenamientos era el primero en llegar y el último en irse. Así que para alguien con ese tipo de dedicación solo puedes respetarla enormemente”
A continuación tienen algunas de las mejores jugadas del Dios balcánico, espero que las disfruten:
