Hemos sobrepasado el ecuador de la temporada regular y los equipos con opciones de alcanzar la victoria comienzan a prepararse mentalmente para la postemporada. Se trata del momento decisivo y del periodo baloncestístico en el que las grandes estrellas esperar brillar y poder ganar todos los partidos posibles. La frase «Un jugador sólo no gana un campeonato» es una de las grandes verdades de los deportes colectivos. El bloque, el equipo, es el aspecto más importante para conseguir el ansiado objetivo, sobretodo en competiciones de varios meses de contienda. Pero lo que sí es cierto es que poder contar con un jugador referencia, lo que llamamos un «crack», puede suponer el factor clave para que la balanza se incline hacia un lado u otro. Ese jugador capaz de coger la pelota, liderar a sus compañeros todas las noches y anotar la canasta ganadora es un bien muy difícil de poseer.
¿Pero como describiríamos a un «megacrack»? Yo considero que es ese jugador que ha demostrado su genialidad durante varios años y/o ha sabido liderar a su equipo a la élite deportiva y mantenerlo. En el mundo, los jugadores de estas características que podemos disfrutar en cada una de las diferentes disciplinas deportivas existentes los podemos contar con los dedos de las manos y en el baloncesto la situación no es diferente. ¿Qué jugadores podemos considerar actualmente en la NBA que serían merecedores de pertenecer a este club? En la liga hay muchos grandes jugadores y varios proyectos de «megacracks» pero pienso que solamente existen cuatro jugadores de esta especie en nuestros días: LeBron James, Kobe Bryant, Kevin Durant y, colocado en un escalón ligeramente inferior, Carmelo Anthony. Cuatro jugadores que responden a un perfil muy similar: grandes anotadores con fenomenales cualidades defensivas, con el liderazgo en las venas y con las aptitudes para llegar a ser el mejor jugador de todos los tiempos. Pero si nos fijamos detenidamente, la trayectoria de todos ellos ha sido y es muy diferente y solamente dos, Kobe y LeBron, han conseguido el anillo en alguna ocasión. ¿Por qué?
El angelical sabor del cóctel de la victoria protagonizado por el talento de un crack, debe estar aromatizado y ligado con más componentes. Recientemente, ante el dulce momento que está atravesando Kevin Durant en cuanto a anotación, LeBron James declaró a ESPN que le daba envidia ver como ‘Durantula’ poseía más de 25 tiros por partido cuando su media de tiros intentados por encuentro es de unos 16 lanzamientos. Por otro lado, manifestaba de igual manera que veía lógica la cuantía de su media de lanzamiento y que incluso era él mismo quien prefería pasar el balón antes de lanzar porque no le gustaba «tirar forzado». Este cambio de mentalidad es lo que ha provocado que LeBron James tenga dos anillos en su haber. A lo datos me remito. A lo largo de toda su carrera, James ha estado en 24 partidos por encima de los 30 tiros intentados y 22 de esos partidos han sido jugando con la camiseta de los Cavaliers. En Cleveland, LeBron lanzaba y anotaba mucho, asistía increíblemente e incluso fue capaz de llegar a unas finales, pero las perdió contra el mejor bloque del momento, San Antonio Spurs. En su primer año en Miami más de lo mismo. Unos sólidos ‘Mavs’ y un gran Nowitzki lo alejaron del trofeo. Cuando los partidos se complicaban cogía el balón y no miraba a nadie más. Unas veces le salía bien y otras no. Si atravesaba un bache en el partido el equipo lo acusaba y mucho más si ese hundimiento tenía lugar durante unas finales. Pero algo en su cabeza se encendió. Se dio cuenta que para ganar necesitaba confiar en alguien más y no tirar todos los balones que le lleguen.
El Kevin Durant actual me recuerda mucho a ese LeBron de los Cavaliers pero mucho mejor rodeado. En este momento todo le está entrando a la estrella de los Thunder pero puede llegar un momento de bloqueo en un instante decisivo que condene a sus compañeros. Por ello, cuando Russell Westbrook regrese de su lesión será el momento en el que sepamos si Oklahoma será candidato serio al anillo. Las increibles actuaciones de Durant le pueden hacer merecedor del MVP y de conseguir un record fantástico para su equipo pero los Playoffs son otra historia. Si el Capitán Durant es capaz de darse cuenta que necesita dejar balas para su sargento Westbrook y para el resto de sus subalternos cuando los partidos estén igualados entonces los Thunder pueden ser un rival muy complicado. ¿O puede no ser suficiente?.
Toda estrella necesita de otra para instaurar un ciclo triunfal. ¿Pero que tipo de jugador necesita al lado un crack? ¿Como debe ser el segundo elemento necesario en esta receta coctelera? Todo depende de las características del ingrediente principal pero podemos decir que ha de ser un jugador que cubra las facetas del juego en las que el otro no destaca demasiado o que se escapan de sus posibilidades. Jordan tenía a Scottie. Magic a Abdul-Jabbar. Bird a Parish. LeBron descarga anotación exterior en Wade pero cuando juegan juntos él pasa a adoptar posiciones más interiores ayudado por Bosh. Dominar la pintura y el perímetro es la clave para crear un equipo campeón. Un «crack» no debe compartir espacio con otro «crack» sino que deben intentar entre ambos abarcar el mayor número de facetas del juego y ser determinantes en ellas, y generalmente la combinación jugador interior-exterior es la mejor mezcla. Si nos fijamos, los mejores momentos de los Knicks coinciden siempre con el buen estado de forma que atraviesan Tyson Chandler y Carmelo. La aportación de Bosh a Miami en las anteriores finales fue determinante. La llegada de Howard ha catapultado las opciones de los Rockets de Harden. De esta forma quien debe dar un paso adelante para que Kevin Durant alcance su primer título es nuestro Serge Ibaka. Aunque Durant meta todos sus tiros y Westbrook haga lo propio si OKC no es capaz de poder parar a los grandes gigantes del Oeste (Griffin, Duncan, Howard…) y de poder anotarles puntos en su propia zona el sueño del de Washington seguirá siendo eso.
El espejo al que todos deben mirarse es Kobe Bryant. Ciertamente se trata de uno de los jugadores más egocéntricos del panorama NBA pero Kobe ha llegado a ganar todos los titulos que tiene en su vitrina gracias a que nunca ha estado solo. En correspondencia con el razonamiento anterior, en todos los momentos gloriosos siempre ha tenido un gran apoyo interior en el que confiar balones (O´Neal y Gasol) y un equipo trabajador y con las ideas claras. Pero el factor diferencial de su exitosa carrera ha sido Phil Jackson. Todo gran jugador necesita de un entrenador que le haga ver que él solo no puede ganar. Que necesita de sus compañeros y de otro gran jugador al lado que le haga la vida un poco más fácil. No me cabe la menor duda que en el cambio de mentalidad de LeBron dos años atrás tuvo mucho que ver Pat Riley y Eric Spoelstra, un entrenador que muchos consideraban un simple relleno y que el tiempo ha demostrado su enorme valía e incidencia en el equipo. Por ello el tercer ingrediente necesario en la coctelera es un entrenador que consiga enfriarte en los momentos de obcecación y sepa prepararte mentalmente de forma adecuada.
Quien no ha tenido la suerte de contar con las dos sustancias extra que estamos comentando ha sido Carmelo Anthony. La situación de ‘Melo’ es bastante excepcional dentro del universo NBA. Mi elección de Anthony como un cuarto crack en desventaja con los anteriores es por lo peculiar de su trayectoria. A lo largo de la historia han sido varias las grandes estrellas de la liga que se han llegado a retirar sin poder ganar ningún anillo: Barkley, Karl Malone, Maravich… pero nunca una gran estrella como lo es Carmelo ha estado tan lejos de las finales como él. En diez años de carrera ha alcanzado solo en una ocasión las finales de conferencia y sus derrotas en primera ronda de Playoffs son innumerables. Es un jugador capaz de alcanzar los números y las estadísticas de los anteriores, de marcar récords de anotación, de resucitar con su llegada dos franquicias de la situación en la que se encontraban pero se ve incapaz de poder pasarse la última pantalla del juego. No es capaz de conseguir liderar a un equipo campeón. En su defensa podemos decir que, a excepción de Billups en Denver, no ha podido encontrar un jugador de gran nivel en quien confiar y que la suerte le ha sido esquiva en lo que respecta a la figura de sus entrenadores. Y no contar en tu cocina con dichas partes hace más dificil la tarea de poder preparar el cóctel de manera brillante.
En resumen, El «cóctel dinastía» debe tener un componente principal fuerte y reconocible en boca, pero debe estar mezclado con un segundo gran ingrediente que potencie su sabor y enfriado por la cantidad de hielo necesaria para alcanzar la temperatura adecuada, todo ello aderezado por varios elementos para conformar un bebida de ensueño. Pero cuidado. Tiene que ser mezclado y no agitado porque un pequeño cambio de proporciones o un exceso de fuerza puede provocar una explosión de dramáticas consecuencias.