Mario ‘Manos de Seda’ Mendoza Aizpiru, sin duda alguna una de las mayores figuras defensivas mexicanas en la historia de las Grandes Ligas. Mario Mendoza vino al mundo el segundo día de Navidad de 1950 en la provincia de Chihuahua, tierra de grandes jugadores de la historia del béisbol azteca como José Peña, Marcos Valdez, Alonso Tellez, Héctor Espino, Lucas Juárez o Jaime Orozco. Y fue allí también donde nacieron D. Pablo Venzor y Dña. Natalia Hernández, quienes emigraron a Estados Unidos en busca de una mejor vida y vieron encarnado el sueño americano en su nieto Ted Williams.
A los 19, Mario ya integraba en el roster de los Diablos Rojos dominando el campo corto, llamando la atención de la organización de los Pirates por su talento natural para la defensa, haciéndose famosa en aquella época su intuición para el rolling y su control de la primera base.
En 1970, con 20 años, ya se encontraba en las Ligas Menores con los Pirates. Debutó en las Mayores con fuerza, corría el 26 de abril de 1974, aquel día los Pirates recibían en la casa que construyó Clemente entre los ríos Mongahala, Allegheny y Ohio, a los Astros; los Bucs se encontraban una carrera abajo en la parte baja de la novena entrada, 2-3, Danny Murtaugh, cuyo número 40 no podrá vestir jamás ningún Pirata, echó mano de la garra de Mario entrando en el diamante por Willie Stargell, para correr….y vaya si corrió. Anotó la carrera del empate en un partido que acabarían ganando sus Piratas.
En 1979 se produjo un cambio providencial entre Pirates y Mariners, Mario tomó rumbo a la Ciudad Esmeralda junto a Odell Jones y Rafael Vásquez a cambio de Rick Jones, Tom McMillan y Enrique Romo. En aquella temporada Mario se hizo con la titularidad en el puesto de shortstop con 373 turnos al bate, viendo reconocidas unánimemente sus capacidades defensivas. Bill Mazeroski, miembro del Salón de la Fama e institución indiscutible de los Buccos, llegó a asegurar que se trataba sin duda alguna del mejor shortstop de la Liga Americana.
Su etapa con los Marineros terminaría constituyéndose nuevamente en moneda de cambio, esta vez desplazándose al estado de la estrella solitaria para enrolarse a los Rangers, terminando su carrera en las Grandes Ligas en Arlington el 7 de junio de 1982.
Manos de seda
Mario se ganó su apodo, ‘Manos de Seda’, por su estilo en defensa, por su seguridad y su talento natural que nunca le abandonó. Según el propio Mendoza en una entrevista para sus paisanos de Tiempo Real: “Ese apodo me lo puso un periodista de Pittsburgh que escribía para Sporting News. El artículo decía que yo fildeaba las paradas cortas con la misma facilidad que Joe Di Maggio lo hacía en el jardín central”.
Pero Mario no era solo un genio en la defensa, Mario era además un tipo auténtico, con muchísima personalidad que nunca se apartó de su camino, tal como también declaró para Tiempo Real: “Cuando llegué a Estados Unidos me querían cambiar la forma de jugar, querían que ha fuerza lo hiciera con las dos manos como se acostumbraba y después de mucho intentarlo, Danny Murtaug, quien era el manager, fue quien decidió que si estaba jugando bien no tenía porqué cambiar y dejaron de molestarme…Al año siguiente subí a las Grandes Ligas y fue cuando revolucioné al béisbol de esa manera atacando a la pelota a una mano porque lo haces mucho más rápido y puedes hacer outs en jugadas que antes eran hits.”
Una forma de atacar la bola a la que estamos tan acostumbrados hoy en día y que fue un invento de Mario Mendoza.
De Mario ‘Manos de Seda’ Mendoza Aizpiru nos quedará siempre su revolución en la forma de atacar la bola y que en la actualidad se utilice el término ‘manos de seda’ para calificar a todo de defensor preciso y con clase.
Aléjate de mi mexicano loco
Además, ‘Manos de Seda’ era un tipo jovial, bromista hasta la saciedad, hasta la exasperación en el caso del soso virginiano Willie Horton, el cual, blanco habitual de sus bromas, gritaba cada vez que veía acercarse al de Chihuahua: «Aléjate de mí mexicano loco». En una ocasión llegó a despertar en plena noche con el bus del equipo en completo silencio con un desesperado «aléjate de mí mexicano loco», con Mario sentado y durmiendo a distancia.
El amor por el juego que sentía Mario resulta patente en cómo le inculcó tal sentimiento a su hijo, Mario Mendoza Jr., pitcher profesional en la actualidad. Así se recoge en este reportaje de Pelota Pimienta titulado Mario Mendoza Jr., beisbolista desde la cuna:
No solo estamos ante un gran jugador, su capacidad para leer los partidos y su personalidad provocaba que todos los que lo conocían le auguraran un futuro como entrenador, y de hecho tal capacidad no pasó inadvertida para el gurú del scouting Bill Bavasi, en aquel tiempo en la dirección técnica de los Angels. En 1998, le dio la oportunidad de asentarse en la cueva, dando el pistoletazo de salida a una carrera exitosa. Mario posee un muy extenso currículum tanto en el circuito invernal como en el estival de México y ha dirigido la selección azteca en los Juegos Centroamericanos y del Caribe, colgándose diversos metales del cuello.
Curiosa fue su aventura en 2013 con los Broncos de Reynosa, de los que fue despedido cuando ostentaba el liderato. Según la versión oficial, fue despedido por “diferencia entre opiniones e ideas”, pero lo único que había hecho el bueno de Mario fue abogar para que se le pagasen los atrasos a los integrantes del roster.
La línea Mendoza
Increíblemente, Mario ‘Manos de seda’ Mendoza ha pasado a la historia por la denominada «Línea Mendoza» utilizada como símbolo de mediocridad, usada para referirse a bateadores con porcentajes de bateo menores a .200 (aunque el promedio de bateo en su carrera quedó en .216). Por supuesto que cada año hay jugadores con porcentajes de bateo inferiores, pero eso da igual, no importa, se sigue utilizando su nombre en vano y así será siempre. No nos vamos a extender en quien inventó el término o quien lo utilizó por primera vez (aunque todo el mundo atribuya su popularización a un tipo más conocido por sus hemorroides o pasarse con la brea, George Brett), se pueden encontrar páginas y páginas al respecto, y además creemos que no vale la pena. Eso sí, no podemos pasar por alto lo que opina Mario de haber alcanzado la fama por semejante hito: “A mí me pagaban por fildear y lo hacía bien, pero a todos esos caballones que cobran millones les pagan por producir carreras y conectar jonrones, mientras que yo me divertía y gozaba ellos vivían presionados por demostrar que lo que cobran realmente se lo merecen», declaró en un ocasión ante los medios.
Y ni siquiera trató de sacar partido de dicha fama. En su entrevista para Tiempo Real, dejó claro que “incluso me dijeron que debí haberlo patentado para sacar al menos provecho, pero cuando lo quise hacer siendo coach con los Angelinos resultó que ya lo habían hecho, me lo ganaron aunque suene increíble. Pero bueno, me van a recordar siempre. No estaré en el Salón de la Fama pero nunca se va a olvidar mi nombre.”