Suena el despertador. Primera hora de la mañana. Es día de clase en la universidad. En un apartamento dentro del campus, un chico acaba de despertarse e intenta desperezarse. Después de un par de bostezos profundos, como cualquier joven, alcanza su móvil de la mesita y realiza la llamada «ronda informativa»: Chequear todas sus cuentas en las redes sociales en busca de novedades y revisar todas las menciones o comentarios. A continuación, va hacia la ducha para espabilar por completo. Se prepara y se dirige hacia la puerta de salida con ganas de desayunar. Estaríamos contando el comienzo del día de un estudiante cualquiera si no estuviéramos hablando de un chico que al abrir sus aplicaciones haya visto que ha recibido miles de menciones, que lo siguen más de ciento cinco mil personas en Twitter, y que desde el momento que pisa la calle va a recibir un trato muy diferente al del resto de alumnos del centro. Pero está acostumbrado. Sus padres le han enseñado a saber vivir con ello y lleva situado bajo los focos desde el instituto. Este exceso de responsabilidad y verse como el centro de atención es uno de los peajes que hay que pasar por ser el baloncestista más prometedor del momento. Y ya no solo eso. Sabía que antes de que hubiera pisado la cancha del equipo de su universidad y mucho antes de haber disputado encuentro alguno era el máximo favorito para eregirse como el numero uno del draft NBA de 2014, y que son muchas las franquicias que sueñan con tenerlo en sus filas. Porque este chico que responde al nombre de Andrew Wiggins ha realizado unos números en su época de High School solo superados por un tal LeBron James y desde ‘el animal de Akron’ no se recuerda un jugador tan especial como él. Por ello, queremos analizar las peculiaridades que rodean a este jugador llamado a ser una superestrella.
Andrew Christian Wiggins nació hace 18 años en Toronto (Canadá) y se crió en el seno de una familia claramente deportiva. Su padre Mitchell fue jugador de la NBA durante seis temporadas, formando parte de los Houston Rockets en cuatro de ellas, y su madre Marita desarrolló su carrera como atleta profesional consiguiendo alcanzar las medallas en la cita olímpica de Los Ángeles 84 formando parte del combinado canadiense del relevos 4 x 100 . El amor hacia el deporte en su casa era evidente y siendo muy pequeño mostró su devoción por la modalidad donde su padre alcanzó grandes cotas de éxito, demostrando desde un comienzo sus increíbles cualidades innatas. Pero no fue hasta llegar a la «Vaughan Secondary School» donde, durante los dos años que perteneció a dicha institución, deslumbró a todo el mundo y su nombre comenzaba a sonar con fuerza entre los ojeadores. Fue en ese momento cuando recibió la llamada de la prestigiosa «Huntington Prep School» situada en West Virgina, la actual mejor escuela secundaria de todos los Estados Unidos, para formar parte de su alumnado y de su programa baloncestístico. Formar parte de esta escuela supuso abandonar por primera vez su hogar y su país, y embarcarse en una aventura por USA con apenas 16 años. Pero desde el momento en que pisó suelo estadounidense tenía claro su objetivo, llegar a ser el mejor. Y sus números comenzaron a hablar por si solos. America estaba siendo testigo de un fenómeno sobrenatural. Tanto es así que la prensa y los expertos no estaban contemplando su salto a la NCAA, sino su desembarco en la NBA de forma directa del mismo modo que LeBron abandonó su taquilla en el «St. Vicent – St. Mary» por los vestuarios del Quicken Loans Arena de Cleveland. Esta pasada última temporada como college nos sirve para medir la dimensión de este jugador: Un promedio de 23,4 puntos y de 11,2 rebotes por partido; elegido mejor jugador de High School de Estados unidos del año 2013; y en la postemporada máximo anotador de la «Jordan Brand Classic», y de los jugadores más sobresalientes de la «Nike Hoop Summit» y de los «All-american» celebrados en Brooklyn.
Con esta carta de presentación, este alero de 2’03 metros que preparaba su llegada al baloncesto universitario ya era una estrella mediática y comenzaba a recibir ofertas de las mejores universidades del país. Era tal la expectación por saber cual sería la universidad que elegiría que se organizó un acto en su instituto para anunciar la decisión frente a la mirada atenta de cientos de periodistas y cámaras. Después de hacer visitas a lo largo del año a las universidades de Kentucky, Florida State, North Carolina y Kansas, fue esta última, que ha forjado estrellas como Paul Pierce o Wilt Chamberlain, la que se agenció con la perla. Wiggins sería un «Jayhawk». Su debut con el equipo fue todo un acontecimiento y respondió de una manera muy positiva a las expectativas creadas. Junto al center Joel Embiid y al escolta Wayne Selden conforma un trío increíble que disputará el título a la todopoderosa Kentucky. Y es que este jugador se enfrenta a la temporada más importante de su vida ya que una lesión, un bajón en su rendimiento o una mala temporada de su equipo puede dar lugar a un mazazo para el que es posible que no esté preparado.
Hasta este momento ha sabido gestionar muy bien toda su fama. Sus padres, conocedores de los pros y los contras de la exposición mediática, han sabido enseñarle a tener los pies en el suelo pero han creado en él una aversión tremenda a los medios. No se siente cómodo frente a un micrófono o una cámara y quien le conoce sabe de su carácter reservado. Como jugador se trata de un gran anotador atlético con un gran tiro exterior y nada egoísta, hablamos de un buen jugador de equipo. Se le compara con LeBron pero en realidad porta un físico menos imponente. También se dice que se encuentra a medio camino entre Kobe Bryant y Scottie Pippen, pero la única verdad es que Andrew Wiggins se asemeja sólo a Andrew Wiggins y esto es lo que lo hace un jugador especial. Tan especial que ha logrado que varias franquicias de la NBA valoradas en más de $400 millones no se esfuercen lo suficiente en formar un equipo ganador para la próxima temporada y de esta manera poder alcanzar la posición que en el draft les daría mayores opciones de ser los dueños de la primera elección para así poder elegirlo, o en caso de no poder seleccionarlo aspirar a un puesto alto en un sorteo que se presume el más prolífico de los últimos años desde aquel del año 2003 que nos trajo a los Lebron, ‘Melo’, Bosh, Wade y compañía. Wiggins ha manifestado que su deseo sería formar parte del roster de los Raptors, pero las apuestas de los últimos años en jugadores como Rudy Gay o Kyle Lowry nos transmiten la intención más que probable que hay desde Toronto de intentar esta temporada cuajar un buen papel. En este momento, sería casi imposible concretar en que equipo va a jugar el próximo año pero si que existe un póquer de conjuntos que son los que cuentan con mayores probabilidades de hacerse con él. En la pole position encontramos a los Sixers, en pleno proceso de reconstrucción. Además de una hipotética primera elección, los de Philadelphia cuentan con la elección en primera ronda de los Pelicans gracias al traspaso de Jrue Holiday a la ciudad del Jazz, un pick que seguramente se encuentre entre los puestos altos y buen seguro les aportará otro gran jugador. Los siguientes equipos con grandes posibilidades de poder alcanzar el primer puesto del draft y así hacerse con este alero canadiense son los opositores habituales de estos últimos años, los Bobcats, los Magic y los Kings. Los cuatro equipos que mencionamos tienen un denominador común, sus plantillas están constituidas en la base por grandes jugadores jóvenes (Noel, Carter-Williams, Walker, Cody Zeller, Oladipo, Vucevic, Cousins, Mclemore…). Por todo esto, la elección de Andrew, y si su impacto es el esperado, puede tornar la dinámica de cualquiera de estos equipos para las próximas décadas y convertir a un equipo perdedor en una dinastía. El tiempo nos lo dirá.